Reformar el sistema monetario en beneficio de todas

De todas las formas de organizar la banca, la peor es la que tenemos hoy. El cambio, creo, es inevitable. La única cuestión es si podemos pensar en una forma de lograr un resultado mejor antes de que la próxima generación se vea perjudicada por una crisis futura más grave.

En otras palabras, los bancos ya no serán “especiales”. Al separar su función crediticia de su función monetaria, la reforma propuesta “acabará con la banca” tal como la conocemos. [...] En efecto, obligaría a las finanzas privadas a ajustarse a su propia narrativa como el ámbito de la “intermediación” pura entre proveedores privados y usuarios de capital “escaso”. Permitiría una delimitación más transparente, justa y socialmente beneficiosa entre las esferas propiamente “privadas” y legítimamente “públicas”.

Nosotros, la gente y nuestros representantes políticos, somos todas responsables de esta situación. En resumen, no es que las inversiones privadas en combustibles fósiles continúen a pesar de nuestros mejores esfuerzos; es que la decisión de política pública [de delegar la creación de dinero a los bancos privados] permite e incentiva activamente que esta inversión continúe.