Reseña del miembro de Dinero Positivo Jesús Manuel Utrilla Trinidad acerca del artículo “100% reserve banking: A critical review of green perspectives”, de Kristofer Dittmer:
Entre los estudiosos de los sistemas monetarios y entre los especialistas en Economía Ecológica hay una línea de investigación que trata de vislumbrar los efectos, perversos o beneficiosos, que tendrían distintas reformas monetarias sobre el comportamiento de las sociedades humanas respecto a los ecosistemas. Cuando se aborda este asunto desde los expertos en teoría monetaria se suele afirmar con cierta rotundidad que el sistema monetario de crédito irregular ilimitado y expansivo es el que genera un funcionamiento económico compulsivo y enfermo que expolia la riqueza natural.
Cuando se aborda este tema desde la ecología, la influencia detallada de la moneda no se percibe tan clara, ya que se suele cargar generalmente contra el “capitalismo”, más que contra un sistema monetario u otro dentro de él.
De esta segunda línea forma parte este interesante artículo, 100%reserve banking: A critical review of green perspectives (Ecological Economics 109 (2015) 9-16, de Kristofer Dittmer, quien actualmente investiga en el Instituto de Ciencia y Teconología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona, dentro de un proyecto más amplio de investigación (Más allá del PIB: Investigando las condiciones socioeconómicas para una decrecimiento socialmente sustentable), que cuenta con la ayuda del Ministerio de Educación español.
Dittmer concluye que los supuestos beneficios para la naturaleza del coeficiente100% no están claros y, aunque podrían ser ciertos, podrían también resultar insuficientes.
Según los defensores “verdes” del coeficiente100%, sus ventajas radican en imponer límites claros en la esfera monetaria fijando la oferta. Si los bancos no pueden expandir la oferta monetaria multiplicando contablemente préstamos sobre los depósitos de la población, entonces todo préstamo habría de financiarse obligatoriamente con ahorro de los depositantes, quienes renunciarían a la disponibilidad del mismo para poder prestarlo. Pero entonces, según Dittmer, se incrementaría tanto el nivel medio como la volatilidad de los intereses, conduciendo a un frágil sistema financiero y a localizaciones perversas de los recursos. Que quedase margen o no al Gobierno para relocalizar el empleo de recursos hacia objetivos “verdes” dependería de si este adoptase o no políticas de autofinanciación con emisiones del Tesoro; pero la teoría monetaria desde hace años reduce bastante la discrecionalidad estatal en este sentido, por sus efectos contraproducentes sobre el sistema económico, similares a los de la expansión crediticia de los bancos.
Las propuestas de “sistemas de dinero público”, con bancos democráticamente controlados, con emisiones monetarias en forma de renta ciudadana y solo para favorecer la inversión en bienes de interés público, las encuentra Dittmer teóricamente débiles en sus detalles y carentes de apoyo histórico.
Asimismo, expone el autor sus dudas sobre la etapa de transición desde la situación de endeudamiento masivo actual, por la masiva pérdida de crédito que supondría para las partes acreedoras; y duda de que se pudiese, en este escenario, incluso cortar con la emisión de dinerodeuda.
Además, el Estado habría de ejercer un fuerte poder sobre el sistema monetario, para frenar las “innovaciones monetarias” que sustituyesen al dinero-deuda, que por la elusiva definición del dinero muchos creemos que se seguirían produciendo. Y el control estatal habría de extenderse a la esfera internacional, lo que parece imposible de conseguir.
Por último, el autor duda de que se pueda conseguir una economía sin peligros medioambientales solo tocando la moneda y no las demás instituciones del capitalismo, particularmente la asunción sociológica y psicológica modernas hacia el crecimiento económico. El autor parece optar por el decrecimiento que, más que buscar un “crecimiento sostenible”, acabaría con la cultura del “crecimiento económico”, que sería el verdadero peligro, alimentado por las instituciones básicas del capitalismo como la propiedad privada de los medios de producción y los mercados competitivos.
Entonces, ¿cambiar el funcionamiento del sistema monetario frenando la creación de dinerodeuda bancario puede ser una medida medioambiental o no? Yo no dudo de que sí, principalmente porque la actual simultaneidad de inversiones masivas y erráticas, junto con consumo y endeudamiento masivo de la población serán imposibles bajo un coeficiente100%. La apreciación de la unidad monetaria, al quedar fija o casi fija la oferta de dinero, pagará a los ahorradores, por lo que no creo que sean necesarios, pasado el tiempo de transición, unos tipos de interés especialmente altos. La creatividad monetaria se dará, pero un marco legal que exija transparencia en tales prácticas podrá aislar los daños. La contabilidad será más fiable, por lo que los errores de inversión debidos a lecturas erradas de la situación del mercado por la creación de burbujas inflacionarias no se darán. Sí mantengo, como el autor, una cierta desconfianza hacia la época de transición, que es quizás lo más delicado de este proceso y podría dar al traste con él. Respecto a las emisiones de crédito para financiar inversiones consideradas de especial interés no soy partidario de ellas, salvo que estén constitucionalmente determinadas y restringidas al bien común; entre estas actividades deben estar las inversiones necesarias para cambiar rápidamente la maquinaria o el transporte contaminante por otro menos dañino, sin esperar a que el ahorro lo financie.
Particularmente me parece muy interesante la propuesta de Mellor, citada por Dittmer, de que el dinero entre en el circuito económico vía renta ciudadana, y los bancos elijan democráticamente sus inversiones. Creo que la adopción por parte de los ciudadanos de funciones ahora propias de los bancos es la única vía posible para una renta ciudadana universal, que me parece urgente. Por otro lado, como los depositantes, renunciando a su ahorro, serían los pilares de la inversión productiva, y no la expansión crediticia de los bancos mediante ingeniería contable, entonces parece también necesario que sean estos los que, cooperativamente, determinen dónde quieren poner sus ahorros. Con coeficiente de caja 100%, los bancos serían cooperativas de ahorradores.
100 percent reserve banking: A critical review of green perspectives – ABSTRACT
La banca de reserva 100% es una propuesta duradera de reforma monetaria que ha sido adoptada por algunos economistas ecológicos. Este artículo identifica tres clases de argumentos verdes a favor de la banca de reserva 100%, y hace algunas críticas. En primer lugar, la propuesta podría servir para poner las nuevas inversiones en función de la disponibilidad de ahorros, controlando así el crecimiento económico. Sin embargo, esto aumentaría fuertemente la volatilidad de los tipos deinterés. En segundo lugar, podría elevar potencialmente las consideraciones ambientales en la toma de decisiones sobre la asignación de recursos, mediante el aumento del papel del Estado democrático como actor económico. Esta línea de argumentación se enfrenta a problemas que requieren una exploración más detallada y una perspectiva histórica. En tercer lugar, una transición a la banca de reserva 100% permitiría recortar drásticamente los niveles de deuda. Esto estécnicamente posible, pero políticamente una tarea difícil. No está claro si el sistema existente de dinero bancario ‘basado en deuda’ genera un imperativo de crecimiento significativo, y la importancia de otras fuerzas motrices del crecimiento económico perenne en las sociedades modernas – que la banca de reserva 100% no aborda – sigue siendo un tema de controversia. En general, la adopción de la propuesta presupone una tremenda reconfiguración de las relaciones de poder entre los estados y el capital financiero. La banca de reserva 100% es una propuesta duradera de reforma monetaria
Kristofer Dittmer / Ecological Economics 109(2015) 916