Traducción resumida del artículo en alemán sobre ‘dinero de helicóptero’ escrito por Michaël Malquarti, vicepresidente senior de la firma SYZ Asset Management, con sede en Ginebra.
Desde el estallido de la crisis financiera de 2008, los bancos centrales han llevado a cabo una serie de medidas sin precedente para evitar una fusión sistémica y para combatir la deflación. Se ha evitado el colapso del sistema, pero el peligro de la deflación sigue presente.
Para evitar el riesgo de deflación, propongo actuar directamente sobre el consumo proporcionando a los bancos centrales una nueva herramienta de política monetaria: la distribución de una renta individual. Esto básicamente implementa el famoso ‘dinero de helicóptero’ de Milton Friedman (un supuesto experimento para combatir la deflación lanzando billetes desde un helicóptero). Hasta ahora este concepto ha sido mencionado en el contexto de la monetización de la deuda pública. Aquí la idea es radicalmente diferente: cada residente recibiría directamente del banco central una cantidad de dinero. El tamaño de esta cuota y la frecuencia de distribución se decidiría independientemente del gobierno, y únicamente con propósitos de política monetaria. Esto no es como introducir una Renta Básica, que es un instrumento de política fiscal dirigido a la redistribución de la riqueza.
La ‘cuota monetaria’ es una medida liberal ya que puedes usarlo como quieras. Además es equitativa, ya que aunque la utilidad marginal difiere de un individuo a otro, tiene el mismo impacto para todos. Incrementa la capacidad de compra de los hogares y la recaudaión de impuestos sin elevar los costes laborales ni los impuestos. Dispara el consumo y reduce la deuda. A diferencia de otras soluciones, como la monetización de la deuda pública, la distribución de la cuota monetaria no conlleva un riesgo moral, ya que el banco actúa independientemente. Este instrumento mantiene invariable la necesidad de una disciplina presupuestaria.
Para dar una idea del orden de magnitud, en Suiza la cuota podría ser de 100 francos suizos por mes por persona, lo que supone alrededor del 1,5% del PIB anual y, dependiendo del agregado, un 1% o 2% del suministro de dinero. Esto es muchísimo menos que el 50% del PIB que el banco central suizo SNB ha gastado en los últimos años para comprar monedas extranjeras. Si hacemos la asunción razonable de que todo este dinero sería gastado rápidamente, el impacto en la inflación sería el mismo, alrededor del 1% o 2%.
Suiza podría ser un pionero en la introducción de esta nueva herramienta. Dado que satisface a los proponentes de la disciplina presupuestaria así como a los que propugnan ampliar el poder de compra, y dado que no afecta a la dinámica del libre mercado, mientras que mejora mucho la situación de los pobres, esta idea debería obtener un amplio consenso político. Suiza podría destacar como un ejemplo para el resto del mundo y particularmente para nuestros vecinos, que están incluso en mayor necesidad de una solución que nosotros.