Continuación de un artículo anterior.
LA INSTAURACIÓN DEL DINERO SOBERANO.
Dinero al servicio de la sociedad.
Una constitución monetaria democrática.
Eliminación de la presión por endeudamiento.
La reforma del Dinero Soberano crea la posibilidad de liberar a la sociedad y al medio ambiente de la presión de que el capital siga acumulándose, así como desligar a los mercados y al estado del dictado del sector bancario y financiero.
Existen los derechos intocables de las personas y de la naturaleza – ¡excepto que se perturben por los negocios lucrativos! Por la existencia del régimen de dinero deuda se cementa esta prioridad absoluta del beneficio sobre los derechos. Puesto que el sistema de dinero deuda está dominando la economía y el estado. Este predominio podría ser abolido en un sistema monetario de Dinero Soberano.
Liberación de la obligación por crecer: A diferencia del actual sistema de dinero deuda intrínsecamente ligado al interés, un orden monetario de Dinero Soberano no provocaría esta presión por crecer. Como toda la masa monetaria en circulación se desendeudaría por completo y, por tanto, habría una base monetaria exenta de intereses, ya no existiría, en principio, esta obligación de que los patrimonios monetarios tengan que crecer sin parar. Sin embargo, crear esta posibilidad no significaría necesariamente que se cambiase la realidad. Para que esto pueda ocurrir, haría falta también una voluntad democrática y un compromiso emancipador.
Soberanía monetaria: El orden monetario es un principio fundamental de rango constitucional. Un estado sin una moneda nacional nunca puede ser soberano, independientemente de la cuestión, si esta moneda le fue impuesta por países terceros o por su propio sistema bancario. En una democracia el soberano son los ciudadanos y ciudadanas. Por eso, el dinero moderno, cuya característica es de poder ser creado libremente, tendría que estar en manos públicas y controladas democráticamente. Para este fin, habría que extender el derecho de la creación de dinero por el dinero electrónico (derecho exclusivo del soberano de la creación de dinero, artículo 99 de la constitución).
Con esta medida el nuevo Banco Central obtendría por primera vez el control sobre la masa monetaria en circulación.
Seguridad: En un sistema fraccionario con reservas se aumentan los beneficios y al mismo tiempo los riesgos, produciendo cada vez más depósitos electrónicos. Este monto de dinero bancario se está alejando cada vez más por su cantidad del único medio de pago legal creado por el banco central. En un sistema con Dinero Soberano, por lo contrario, se limitaría la puesta a disposición de dinero legal por el hecho de tener que considerar el potencial económico. Mientras que un sistema fraccionario con reservas siempre es frágil e inseguro dado que los depósitos bancarios pueden desaparecer, el Dinero Soberano siempre es seguro, y será imposible que desaparezca por su propia garantía legal, así como por la clara separación de las cuentas de pago de las cuentas de ahorro. El corralito carecería de sentido puesto que la existencia del dinero electrónico sería tan segura como el dinero en metálico, por tanto, no podría haber más escasez del mismo.
Señoreaje: En el sistema monetario de Dinero Soberano toda la sociedad se beneficiaría de las ganancias por la creación de dinero (señoreaje), de las cuales hoy en día se apodera el sector bancario de forma ilegítima. Del aumento de la masa monetaria se beneficiarían los hogares particulares y/o las arcas públicas sin que crezca por eso el endeudamiento. Se anularía el principio hoy en día predominante de “privatizar las ganancias y socializar las pérdidas”.
Reducción de la deuda privada y del estado: Mientras que se mantenga “en vida” nuestro sistema de creación de dinero a través de créditos, ligado al forzoso aumento del endeudamiento de la economía y del estado, el sistema de Dinero Soberano permitiría una reducción masiva del endeudamiento no solamente privado sino también público, y esto sin recortes ni subida de impuestos. La base monetaria libre de interés, junto con la emisión prudente y controlada de dinero nuevo también exento de interés, contribuiría, por un lado, a que baje de forma permanente el coste del capital, y por otro ofrecería, por el cambio al Dinero Soberano, la oportunidad única de reducir decisivamente la deuda del estado, y esto sin peligro de inflación.
Estabilidad de la coyuntura económica y de los precios: A diferencia de un sistema de creación de dinero bancario múltiple que intensifica extremadamente los ciclos coyunturales de la economía, el sistema de Dinero Soberano equilibraría los vaivenes coyunturales económicos retirando a los bancos, por un lado, su combustible monetario para que no puedan seguir produciendo los excesos especulativos a base de créditos, y por otro, dando al sistema bancario, en caso de necesidad, unos préstamos para fines anticíclicos. La creación de dinero, así como la oferta monetaria, estarían de esta forma controladas en beneficio del interés general. La labor principal del nuevo Banco Central como poder monetario sería regular la masa monetaria de tal manera para que los precios se mantengan estables sin tendencias inflacionistas ni deflacionistas. Gracias a la ampliación del concepto de la creación y emisión del dinero (derecho de exclusividad de la creación del dinero por parte del soberano de la nación), podría cumplir con su labor. El flujo de dinero se estabilizaría. Los ciclos coyunturales y bursátiles transcurrirían con mucho más moderación.
Especulación: Con Dinero Soberano seguirían especulando solamente aquellos que tienen más que suficiente recursos para poder participar en el casino global. Sin embargo, ya no podrían hacerlo con dinero bancario que se produjo de la nada y “se apalancó” a su antojo. Tendrían que utilizar su propio Dinero Soberano. De esta manera la especulación perdería mucho de su atractivo, y especular a costa de otros sería mucho más difícil. Los excesos de la especulación serían abolidos.
Too big to fail (demasiado grande para quebrar): Dado que las cuentas de Dinero Soberano serían gestionadas por los bancos comerciales fuera de sus propios balances y con carácter fiduciario, el dinero ya no correría peligro en caso de que quebrase eventualmente el banco. Tampoco haría falta más rescatar un banco grande si quiebra puesto que el servicio de pago podría seguir sin ningún perjuicio, así como la concesión de créditos podrían asumir otros bancos. Ya no se necesitaría más la garantía del estado, y el contribuyente dejaría de ser el rehén que paga todo.